Los climas de
las costas son más húmedos y templados que en las zonas interiores. Esto es así
porque el Sol evapora el agua azul del mar y este vapor es el que forma las
nubes, que son agua en forma gaseosa. Al llegar a las zonas montañosas, donde
se encuentran los casquetes polares, las nubes se enfrían, se condensan y cae
la lluvia. Además, el agua tiene una gran capacidad de absorber el calor que se
acumula en la costa y por eso hace menos calor en verano en las costas que en
las zonas interiores.
Esta agua del
mar, que disuelve muchas sustancias, principalmente ácidos grasos, tiene un
sabor salado, al contrario que el agua dulce que se llama así porque lleva
azúcares disueltos y representa el 97% del total de agua del planeta. Esta agua
dulce es la que nos importa más ya que es la que consumimos y sólo la podemos
encontrar en los lagos.
Es muy
importante beber agua, ya que forma el 65% de nuestro cuerpo y es fundamental
para que los nutrientes lleguen disueltos a nuestras células. Nosotros sólo la
podemos obtener bebiéndola, por eso no debemos de olvidar hacerlo. Después
cuando transpiramos la devolvemos a la Atmósfera, formando así parte del ciclo
del agua, cuyo motor son los vientos que llevan las nubes de aquí para allá. El
ciclo del agua supone que en nuestro planeta siempre tenemos la misma agua, no
se crea ni desaparece.
Afortunadamente
la distribución de agua en el planeta es muy homogénea, es decir, hay pocos
países donde el agua escasee. Sólo 4 ó 5 países se produce este problema, que
es debido principalmente a que el clima es muy seco, pero que disponen de
recursos económicos suficientes para importar el agua de otros sitios.
Los seres
humanos debemos de plantearnos muy seriamente el tema de la ahorro en el
consumo de agua, causada por fábricas, actividades del hogar y sobre todo por
la agricultura y ganadería. Estas actividades producen contaminantes que hacen
que el agua sea perjudicial. Una vez contaminada el agua, para poder consumirla
hay que depurarla.
